miércoles, 15 de agosto de 2012

Vanishing on the 7th Street



Brad Anderson nos sitúa esta vez en un pequeño pueblo americano donde los ciudadanos comienzan a desaparecer tras una increpante oscuridad, que envuelve totalmente al pueblo. Sin saber muy bien lo que sucede los personajes se refugian en una taberna intentando sobrevivir al extraño enemigo.

Rodada seis años después que "El Maquinista", es decir en 2010, el director americano intenta distanciarse de sus anteriores trabajos en términos con una cinta minimalista, hecha con menos medios que la anteriormente mencionada. El resultado es ligeramente inferior, ya que las explicaciones son muy confusas y poco elaboradas. Dicha elaboración, a veces atropellada e insuficiente, hace de la película un correcto vaivén de buenas tomas, con la incesante oscuridad como protagonista principal de la historia. Planos fantasmagóricos y una fotografía muy cuidada, como suele ser habitual en este original director, esta vez a cargo de Uta Briesewitz. 

La casi total falta de respuestas hace pensar que el guionista falla en el desenlace de la historia, co-escrito por el propio director y Anthony Jaswinski. Es curioso, porque pese a la falta de lucidez en ciertos momentos del guión, la película se ve bien. Es decir, entretiene, da un par de sustos interesantes, y sobre todo, lo ya mencionado en anteriores críticas de este director: es original.

Tener imaginación para hacer algo diferente a lo que se ve siempre, es digno de mención, y al igual que hizo con "Transsiberian", Anderson consigue tapar relativos huecos en el guión con una destreza y una técnica perfecta para el género que practica. En este caso, lo hace creando una fantasmagórica atmósfera, con personajes angustiados por algo que no pueden ver. Esta vez, el terror psicológico vuelve a funcionar a las mil maravillas, pues la acción queda en la corteza cerebral del espectador, y vuelven a no aparecer ni monstruos ni sangre a raudales, simplemente nuestra imaginación.

La efectiva dirección del film atrae al espectador a una vorágine de planos medios super interesantes, donde la oscuridad avanza o retrocede dependiendo del momento. La actuación de los actores y actrices, como el resto de la película, es correcta. Sin más alardes, correcta, pero efectiva. Quizá quede algo mejor parado John Legizamo, pero el resto está decente también. 

Aunque inferior a sus más recientes trabajos, la cinta es correcta, mantiene la tensión en todo momento, y debido a la falta de explicaciones, deja muchas preguntas en el aire, lo cuál es beneficioso para mantener la intriga y el suspense. No deja de ser curioso como un agujero en el guión, que debiera ser negativo, se convierte en un motivo más para prestar mayor atención al desenlace. La duración ajustada también echa una mano, unos minutos más y esa atención que demanda, hubiera podido decaer.     

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