sábado, 22 de septiembre de 2012

The Walking Dead (Tomo 2-3)



Una vez leídos los dos siguientes tomos, la sensación de brillantez se acrecenta incluso más. ¡Qué pasada de cómics! Si ya con el primer tomo (que recuerdo, es en el que más fiel es la serie) los acontecimientos ocurren de una manera violenta y entretenida, en el segundo particularmente se ha conseguido dar un paso más en el desasosiego de los supervivientes. Otra vuelta de tuerca más dentro de una pesadilla donde la supervivencia se convierte en el único aliado de la razón. No hay perdón, sólo vive.

Antes de hablar del tercero, desglosemos el segundo, lógicamente. Todo un acierto es sin duda, la aparición de Michonne, la dueña de la espada y el don de la ubicuidad. Siempre está cuando se le necesita. Gran acierto ha sido por parte de los productores el incluirla en la tercera temporada de la serie, porque con la segunda... mejor ni hablar. Aparte de tener poco que ver con el brillante segundo tomo que aquí nos ocupa, el resultado dista mucho de ofrecer lo que decían de ofrecer (más fidelidad al cómic y más violenta). Ni lo uno ni lo otro.

El segundo tomo, por tanto, comienza igual que el primero. Una cadena de infortunios hacen que los supervivientes tengan que deambular sin rumbo de aquí para allá. No pueden estancarse en un sitio inseguro y al aire libre, pues los caminantes siempre están al acecho. Lentos, débiles y hasta bobos, pero imprevisibles en sus actos. Sólo buscan comer (el único de los sentimientos -el hambre- donde el cerebro actúa por puro instinto) y tienen que conseguirlo para "sobrevivir".

La desconfianza se adueña de las almas del grupo. Nadie confía en nadie...

Hay dos momentos estelares en este segundo tomo que dignifican el cómic como tal, no sólo en su vertiente más fetichista donde el re-gusto por la lectura en viñetas cobra interés, sino también por el buen hacer de Kirkman a la hora de firmar una historia absorbente a todas luces. La primera, cuando el grupo se encuentra con una granja ocupada por otros supervivientes y al ser aceptados para convivir en ella aparecen las tensiones y la desconfianza en el ser humano (recurrente en la historia como bien decíamos en la crítica anterior). Mientras que la segunda y brutal vivencia tiene que ver con el azar y una nueva huida: El gobernador y su pueblo. 

Ambas partes del tomo son impresionantes. Nunca tardé tan poco en leerme las casi seiscientas páginas que contiene. La crueldad se extiende por todos los dominios que aún quedan libres. La desconfianza se rige en motor de la nueva sociedad; y la demencia se extrapola a los movimientos de las extremidades, estirándose y flexionándose para ejecutar las acciones de las anteriores.

Con la salvaje escena final -con sorpresa y final climático incluido- el libro segundo termina con el ferviente deseo de empezar a leer el tercero. Literalmente hablando, es un puñetazo en la cara del lector, que lejos de caer a la lona, se sobrepone como sea y coge el tercer tomo mostrando respeto pero no miedo por el "rival". Si antes hablábamos de la locura como herramienta única de unión entre los protagonistas, en este tercer acto, los valores sociales son los que se ven totalmente desarraigados a la conciencia humana. La soledad se convierte en pionera de la maldad, así como el uso de la violencia enjuicia a las atrocidades con aún más atrocidad. Literariamente hablando, este tomo es el más rico en cuanto a riqueza de diálogos se refiere. Muy buen guión el firmado por Robert Kirkman.

Y esto no significa que la historia no contenga la violencia necesaria de este tipo de "eventos", sino que se filtra perfectamente con los acontecimientos, dando un paso más profundo a las inmediaciones de los personajes. Conociéndoles más debido a su desesperación por sentirse humanos. Historias dolorosas que se cuentan unos a otros sobre la vida que una vez tuvieron, y que no volverán a tener. La agonía del que cuenta a un semi-desconocido lo que hizo, por qué lo hizo y sus consecuencias en un mundo donde antes hubo leyes y ahora supervivencia.

Las relaciones interpersonales de los protagonistas llegan al summum. Los grupos se separan, unos vigilan aquí, otros investigan allí, y eso sólo hace que la desunión se haga más evidente. Y, por supuesto, que los peligros lleguen de los lugares más insospechados. Nunca estás sólo en estos parajes. 

Definitivamente gran historia la contada por el autor americano, que consigue mostrar de forma efectista como una sociedad de consumo y bienestar se transforma en la debacle y el sinsentido más crudo que uno pueda imaginar. Ambos tomos son sin duda de lo mejor que he leído últimamente. No hay dudas de la calidad de millares de cómics que han ido apareciendo, pero la riqueza de detalle de "The Walking Dead" y sobre todo los diferentes estilos encontrados dentro de los mismos (terror, investigación, aventura, etc) hacen de estos elegantes tomos una lectura obligada para los amantes de la literatura en general, y del cómic en particular. Contemos los días pues para la aparición del cuarto tomo...

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