sábado, 22 de junio de 2013

Superman: El Hombre De Acero



Combinación entre Christopher Nolan (guión) y Zack Snyder (dirección). Reapertura de un clásico de todos los tiempos por enésima vez. Conciencia de que la historia será diferente y espectacular a la vez. No creo que haya mejor cocktail para ser mezclado. En efecto, el hombre de acero vuelve. Vuelve con mucha fuerza.

Con una historia ya por todos conocida, se presenta la difícil tarea de devolver el mito a la palestra contemporánea del séptimo arte. ¿Lo habrán conseguido? He aquí el dilema. Sinceramente, y debido a todo el peso del "qué dirán" o del no menos conocido "si lo dice la mayoría será por algo", creo que esta crítica será malentendida por muchos y comprendida por pocos. Sí, en las webs más conocidas el nuevo Superhombre tiene alrededor del ocho de media. Aún así, no podemos confiar en la opinión de la mayoría por el simple hecho de serlo. A veces, sólo la opinión verdadera de un solo individuo, cuenta más que treinta diciendo lo mismo. Para gustos, colores.

Escandalosos giros, violentas y excelentemente ejecutadas escenas de acción, una forma distinta de contar la historia, etc. Estoy de acuerdo en todas y cada una de las premisas anteriores. No hay un sólo frame que se note en la espectacular calidad gráfica del film. Es un espectáculo visual sin precedentes. Las escenas donde la adrenalina y la destrucción de la ciudad se entremezclan no son gratuitas. De hecho, llegan cuando tienen que llegar. Están presentes con todo su esplendor, dando un paso adelante en los momentos donde decae el ritmo del metraje decae (lamentablemente, este hecho ocurre demasiadas veces en mi opinión).

La eterna pareja, busca el amor en el ocaso del mundo

Actores. La grandilocuencia de semejante unión pensadora (Snyder-Nolan), no podía terminar en saco roto. La elección de los actores ha sido acertada en términos generales, excepto en la pareja protagonista, que no destila química alguna. El hecho de haber fallado en la dupla principal, tanto para la trama amorosa como para el desenlace, hace que la película se balancee de manera inestable. 

No obstante, el film se sostiene por sí mismo pese a este grave paso atrás. Es una pena que no haya más afinidad entre ellos para llegar a empacar la historia como debiera, pero bueno. Kevin Costner (padre en la tierra) y la elegante Diane Lane (madre), son los dos principales secundarios que reclaman mejor compostura. Las tablas de ambos no van a ser descubiertas por mi, eso desde luego. Al tiempo, Rusell Crowe (padre alienígena -digámoslo así) y Laurence Fishburne (jefe del periódico "Daily Planet"), también elevan la categoría de los secundarios de auténtico lujo. Sus papeles sustentan el vacío general de ambos protagonistas. El crash, sin duda, es para el antagonista de la historia: Zod. No sólo da la sensación de falta de alma (similar al protagonista), sino que no tiene empaque suficiente para añadir mal alguno a su cliché. Así, es complicado poner en dificultades al protagonista, y por tanto, dotar de sentimientos más dramáticos a la película. Mala decisión.

Vuelvo a concederme la licencia de la opinión personal para esta crítica. Entiendo que a (casi) todo el mundo le chirriará esta crónica (de una muerte anunciada). Y ya lo siento. Pero es que no sólo de grandes actores y brillantes efectos especiales sobreviven las grandes producciones. Hay que exigirles mucho más.

El hilo conductor de la historia decae en múltiples ocasiones. El ritmo lento y poco preciso se acumula en la desazón del espectador. De repente, llega una escena de lucha y destrucción, y parece que remonta el vuelo. Nada más lejos de la realidad. De nuevo, una cadencia en los diálogos diáfanos y poco profundos, devuelven la rutina de bostezo a la sala. Es tremendo cómo de ágil y espectacular la película va de cuando en cuando; y cómo de perezosa e imprecisa se torna durante el otro tanto. Pese al comienzo entretenido e impactante, donde Clark Kent (Henry Cavill), de niño, comienza a preguntarse el porqué de esa extraña e inhumana fuerza, el ritmo se deteriora por completo cuando la acción sale a escena para paliar el vacío de coherencia de la mitad del metraje en adelante. Un sinfín de diálogos y situaciones que nada aportan al avance del film, dan al traste con la excelente e impresionante puesta en escena de la idea. Una idea que no cuaja en historia.

El héroe, complaciente, entiende que debe ser apresado para salvaguardar a la Tierra

148 minutos. Dichosa manía del cine de superhéroes actual de alargar innecesariamente el metraje de las películas. Como si así, de repente, otorgara más espectacularidad y épica al resultado final. Ya sucedió con la tercera parte del hombre murciélago, donde si se hubieran descontado veinte o treinta minutos, la nota habría subido varios enteros. Idéntico camino sigue este hombre de acero. Esos minutos de paja inservible lastran el -de por sí soso- final, y hacen flaco favor al cómputo global de falta de intensidad. Sí, es una falta de pegada terrible, que queda exclusívamente para las batallas y las explosiones -como decíamos, magistralmente diseñadas. 

En resumen, frialdad. Un frío extraño. Unas ganas de ver algo grande, y darte cuenta de que sólo has asistido a un fuego fátuo de explosiones y perfectos efectos especiales -sin duda, lo mejor de la peli. Por contra, esa inestabilidad argumental -que no viene por fallo de guión, sino por carencia de fluidez durante las escenas- disminuye la exigencia de análisis acertado por parte del espectador. 

Una verdadera lástima, porque la idea es concebida como novedosa. Sin embargo, no consigue llenar toda la pantalla con la ilusión necesaria. Esa falta de "cariño", deshace también la propia ilusión del espectador, que observa con lentitud como el reloj de arena va quedándose vacío... como vacíos nos quedamos en la sala. Esa sensación de "le falta algo" es perenne. No se te escapa. Por tanto, es evidente que nuestra memoria no volverá a rememorar ninguna escena de este intento de resucitación -para mi innecesaria- de personajes de cómic. Ya sucedió con Spiderman hace pocos meses. Si el resultado inicial es bueno, ¿por qué se empeñan en crear otro producto con el mismo interior pero con envoltorio diferente? ¿Acaso el ego de los directores americanos les puede? "Esto lo hago mejor yo, seguro".

Tengo plena confianza en las personas, no en la gente. Ejemplo claro es James Wan (Saw). No hizo más que la primera parte, y se marchó honrando su excelente producto. El resto, maravillas NUEVAS, como "Silencio desde el mal", "Insidious" y la futura "The Conjuring". La originalidad como emblema al valor.